Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT)
Las personas afectadas por el
TEPT han sido víctimas de sucesos bruscos, aversivos e inhabituales, como son
las experiencias bélicas, las agresiones sexuales, los accidentes o las
catástrofes. Las víctimas pueden tener repercusiones
psicológicas muy negativas para su estabilidad emocional. En España se calcula
que el 1,95% de la población general puede sufrir TEPT, haciendo mella especialmente
en las personas que han sido violadas o maltratadas psicológicamente,
existiendo mayor prevalencia entre las mujeres que entre los hombres. Hay que destacar
que, si el 25% de las todas las víctimas que desarrollan un TEPT, en los casos
de las mujeres agredidas o maltratadas en el hogar el porcentaje asciende al 50
y 60%.
¿Cómo se diagnostica una persona
con TEPT?
El profesional de la salud
mental debe evaluar y determinar qué tipo de dolencia psicológica sufre la
persona que llega a su consulta.
Los criterios diagnósticos del TEPT se resumen básicamente en tres puntos:
* Revivir intensamente la agresión sufrida en forma de pesadillas, imágenes y recuerdos constantes, intrusivos e involuntarios.
* Evitación o escape de los lugares o situaciones asociados al acontecimiento traumático, junto con el rechazo consciente y voluntario de diálogo con los seres queridos sobre lo ocurrido.
* Respuestas exageradas de sobresalto, hipervigilancia, dificultades en la concentración e irritabilidad o explosiones de ira y bastante asiduamente dificultades para conciliar el sueño.
Puede darse en los pacientes con TEPT un tipo de amnesia denominada disociativa, que es el bloqueo o la imposibilidad no natural de recordar la información relacionada con el suceso traumático, siendo muy probablemente debida al sentimiento de vergüenza o de culpabilidad experimentado.
Es un cuadro clínico que conlleva una interferencia significativa en el funcionamiento social y laboral de la víctima, que suele perder el interés por lo que anteriormente le resultaba atractivo y lúdico, suponiendo un embotamiento afectivo en la expresión de sus sentimientos de intimidad y de ternura. Una autoinculpación que puede dañar seriamente la autoestima dificultando en gran medida su readaptación emocional.
¿Cómo se cura el TEPT?
Este trastorno mental no remite espontáneamente, por lo que existe el riesgo de su cronificación con el paso del tiempo. Los procedimientos en el tratamiento del TEPT consisten fundamentalmente en “Terapia de exposición”: “en imaginación” a los pensamientos intrusivos y “en vivo” enfrentándose directamente a las situaciones temidas.
El “Entrenamiento en control de la ansiedad” es otra valiosa técnica durante la que se enseñan al paciente ciertas habilidades conductuales, como la relajación o el control de la respiración y las habilidades cognitivas, como son las autoinstrucciones, la distracción o el control de la ira para manejar la ansiedad cotidiana.
Específicamente, con las víctimas de violencia de género los objetivos terapéuticos se centran principalmente en el tratamiento de la culpabilidad y en el déficit de la autoestima para la mejora de la interacción social. Es preciso reducar a las víctimas en habilidades que les permitan establecer una nueva vida, con autonomía personal y reparación del control de su existencia.
También es importante evaluar las emociones asociadas al trauma, por ser predictoras del éxito en el tratamiento. El miedo y el horror se correlacionan con una mayor intensidad del trastorno del estrés postraumático, respondiendo bien a la terapia. Pero la ira o la culpa, al tener una menor intensidad en este cuadro clínico del TEPT, responden peor, siendo útil en este último caso la reestructuración cognitiva como intervención complementaria.
Los síntomas del TEPT persisten durante al menos varias semanas causando en el paciente un deterioro significativo en prácticamente todas sus áreas de funcionamiento, personal, familiar, social, educativo o laboral.
Descartando que los síntomas sean debidos a los efectos fisiológicos de alguna sustancia u otra afección médica, pudiera darse una expresión retardada si los criterios diagnósticos no se cumplieran hasta al menos seis meses tras el acontecimiento traumático.